Retablo barroco de San Pedro


Retablo barroco dedicado a San Pedro. Su estructura en banco, un cuerpo y ático. En el banco destacan los dos grandes mensulones de hojarasca que sostienen las columnas del cuerpo superior y en su parte medial, emerge de entre un marasmo de motivos vegetales la tiara pontificia. Por ello no caben dudas posibles acerca de la correspondencia del retablo con la imagen que en él se venera. El cuerpo presenta una hornacina que abre un arco de medio punto y decora su entradós con casetones vegetales. Está presidida por una buena talla barroca, dotada de excelente policromía, de San Pedro revestido con los atributos pontificios. Flanquean el nicho sendas columnas con capiteles inspirados en el corintio y fustes muy adornados, como corresponde a la época en la que se fabricó el retablo. Hacia los extremos observamos unos graciosos alerones calados ya muy barroquizante y en las tornapuntas. Por encima de la hornacina se colocó un gran broche vegetal que resguarda las llaves simbólicas del santo apostol. El todo lo culmina un ático de curvilíneos perfiles, muy movido, rematado por otro broche. Ni que decir tiene que toda la decoración de este retablo es muy abultada y carnosa, como convenía al barroco recargado y popular del Siglo XVIII. El retablo fue restaurado y consolidado al tiempo que se acondicionó la iglesia, hace relativamente pocos años, y nos muestra la mano de un buen tallista, experimentado, conocedor de su oficio y uno de tantos artesanos que trabajaron por estas tierras Antonio de la Puente y Calva, 1732.



Retablo barroco de San Pedro.